martes, abril 15, 2008
El "padre" de los atrapanieblas vive en Antofagasta
El amor a la ciencia y la tecnología la heredó de su padre Héctor Espinosa, telegrafista de la desaparecida Estación Catalina, ubicada al interior de Taltal, lugar donde nació en 1924.
Por este motivo aún recuerda el código Morse para transmitir mensajes, así como también los consejos de su madre, Blanca Arancibia, profesora de la Escuela Normal de La Serena.
Entre sus influencias destaca la calidad de maestros como Osvaldo Gómez Anzieta, Arnoldo Olivares y Mario Bahamonde, como su también nostálgico y valioso paso por el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile.
Así, nos adentramos al mundo de la investigación científica de la mano del "Padre Mundial de los Atrapanieblas", el físico Carlos Espinosa, quien cree que el futuro de la región está en separar el litio 6 en pleno Salar de Atacama, al igual que la creación de un gran centro tecnológico en el norte del país.
"La ciencia es una vocación dura y sin recompensa económica por lo que de ella arranca mucha gente, salvo excepciones notables". Con esta premisa la figura del maestro de generaciones, el investigador de las universidades de Chile y Católica del Norte y Ancla de Oro 2000, alcanza un valor poético más allá de todo lo posible, como un quijote del futuro.
LITIO
¿Dónde está el horizonte para transformarnos en una región tecnológica con nuestros investigadores?
- Estamos en una nueva era en la región, que no pasa sólo por la presencia de más o menos observatorios de calidad mundial. El horizonte indiscutido está en la producción de litio en función de la energía solar. Son 20 millones de metros cuadrados de pozas de evaporación solar.
¿Y cuánta energía representa eso?
- Le digo de inmediato... (se toma su tiempo y calcula con su lápiz). Es del orden de 6 mil megawatts. Fantástico, eso es mucho más que toda la energía que generan las centrales del centro de Chile. Ese es el recurso que se está aprovechando en el Salar de Atacama y sin gastar petróleo, ni contaminar el planeta.
¿Faltó mayor visión del Gobierno en este tema?
- Esto lo comprendieron muy bien las dos empresas extranjeras que trabajan en la zona. Y en Santiago aún no se lo imaginan, pese a todo lo que le dijimos en un comienzo.
ENERGIA
¿Hubo un error?
- Hace 20 años un ejecutivo de la Comisión Chilena de Energía tuvo el enorme error de decir que en materia de energía el norte de Chile no aportaba nada. Y ahí debatimos. El se refería con una visión cortoplacista a la energía eléctrica. Pero la energía es lo principal venga de donde sea.
¿Y la tecnología de la región?
- Corresponde en su mayoría a invenciones extranjeras por la que pagamos un alto precio. Hace falta desarrollar la inventiva regional. Hay muchos temas abiertos para los investigadores jóvenes, y eso cuesta. La gente se encandila mucho con buena tecnología importada, pero hemos abandonado el esfuerzo local, lo que no puede ser.
O sea, ¿en verdad nos hemos quedado atrás?
- Los chilenos nos jactamos sobre la utilización de modernos software en banda ancha, pero no somos capaces de fabricar un ship de computación que se hace con la arcilla de la pampa que habitamos y pagamos los derechos de creación, además de los costos de ello sumergido en la factura. Tenemos grandes ingenieros y trabajadores ingeniosos. Como dijo Salvador Reyes: "Sólo los más capaces pueden vivir aquí, en el desierto".
INVENTOS
¿Cuál es su invento preferido?
- Creo que el modelo del atrapaniebla del tipo macrodiamante, proyecto que regalé a la Unesco con fama mundial. Luego la cocina y los hornos solares. Mis equipos eólicos y fotovoltáicos, además de algunos instrumentos de medición adecuados al desierto de Atacama como registradores automáticos.
¿Cómo nació el atrapanieblas?
- Donde hay más niebla siempre hay mayor viento. El problema es serio y por eso en Chungungo, en la Cuarta Región, muchos han sido destruidos por su bidimensionalidad. Mi modelo tridimensional supera ese problema. Tiene múltiples aplicaciones, es tipo mecano, confiable aunque más caro. En 1979 en Morro Moreno cayó granizo y nada pasó, situación que me dio la razón a nivel mundial.
¿Sus descubrimientos tienen un componente de naturaleza y medio ambiente?
- Eso sucede porque la humanidad se está dando un veranito de San Juan de tres o cuatro siglos con los combustibles fósiles, como el petróleo, carbón y el gas, reservas que se van a terminar sin pensar en las consecuencias que ya estamos pagando a nivel medioambiental, como el cambio climático. Debemos buscar un equilibrio con la naturaleza haciendo ciencia sustentable, con recursos energéticos que tengan esta componente. Santiago está envenenado, nuestra costas tienen problemas, la región tiene contaminación y de eso ya no se escapa nadie.
HIDROGENO
¿Y cómo se puede resolver la disyuntiva del desarrollo versus contaminación?
- Con un ciclo cerrado, recuperando los gases para producir hidrógeno como combustible en la ciudad, sin contaminación a la atmósfera. Ahí está el secreto. Fue propuesto por nosotros en Antofagasta 15 años antes que el resto del mundo asumiera este camino hace 30 años. Las víctimas serán nuestras futuras generaciones. La cosa está en aprovechar el combustible fósil tomando estas precauciones, abandonando el tubo de escape y el veneno a la atmósfera de todos.
¿Qué falta para aprovechar el hidrógeno y la energía solar?
- Una mayor conciencia ciudadana. Aspecto que está siendo abordado por nuevos investigadores en la UCN y por el razonamiento ético de la Comisión Chilena de Energía. Hay enfermedades que abultan las estadísticas de la OMS, como ruido, excesos de luz artificial nocturna, caudales enormes de información simultánea que gatillan cambios en el sistema orgánico. Y surgen las drogas que lo alivian todo con un enorme costo social, delincuencia y suicidios. Todo está asociado, hay mucho que hacer y la solución sigue estando en nuestras manos, siempre ha estado ahí.
APOYO
En el aspecto del apoyo a los investigadores, ¿con Conicyt se supera la falta de recursos para hacer investigación científica en la zona?
- El recurso económico existe. Yo critico los criterios de selección, es decir cómo llega el fondo económico que la ley establece a los científicos de vocación de nuestra zona, lo que es discutible y pasa en toda América Latina.
Es decir, hay burocracia para investigar.
- Hay una serie de etapas, fuerzas intermedias y burocracia que son necesarias, pero que terminan debilitando el objetivo principal.
¿Usted se refiere a la frontera entre los intereses políticos y de la ciencia?
- El poder político y el de los conocedores de la tecnología, los recursos y los avances en materia de ciencia corren por carriles distintos. Hubo una gran comunicación entre estas fuerzas en el caso de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. En todos los países cuando hay grandes catástrofes reaparece la necesidad de contar con hombres de ciencia. Pero cuando no hay terremotos, ni guerras, todo pasa al olvido como también en Chile.
¿Y la falta de apoyo continuo a los investigadores?
- Ese tema guarda referencia con el cambio de los gobiernos cada seis años y los acentos de cada mandatario. En cambio, un programa de investigación puede durar 20, 30 ó 40 años para recién obtener un resultado aplicable para el bien de la comunidad. Hay un desface con interlocutores llenos de buenas intenciones.
¿Y qué pasa con el hombre de la calle que quiere saber?
- Con ellos hay una deuda, una labor educacional pendiente en Chile y la región. Hay una sobrepoblación de estudiantes, pero el número de docentes es escaso. Y ahí está el problema de la calidad educativa que no es la mejor, en que también el acceso se restringe a condicionantes económicas.