domingo, septiembre 23, 2007

Este mes de septiembre de este año 2007 fue un tiempo extraño en Chile. La noche del 11 de septiembre hubo violencia y disparos en las poblaciones de Santiago, que significaron la muerte de un carabinero en manos de un muchacho. Al menos en Antofagasta se vivió tranquilidad.
En este mismo mes, el domingo 23 de septiembre partió al más allá Marcel Marceau, quien también anduvo por Antofagasta en mayo de 1999, junto a mi amigo el periodista Sergio Concha y mi hermano de las imágenes Glenn Arcos, quienes hicieron memoria para Antofagasta en mi nota en el periódico.
En este mes, la madrugada del 16 septiembre, también por arte de su a veces propia y extraña irracionalidad, casi pierdo a mi amigo el tecladista e informático Sergio Uribe Tan en un accidente automovilístico. Gracias a Dios no era su turno, se salvó por suerte.
Sin embargo, pese a esa extraña sensación, en este mes fue también la oportunidad de despedir de improviso como siempre a un grande del jazz.
El tecladista Joe Zawinul, "que nació el 7 de julio de 1932 para el tiempo terrestre y el 11 de septiembre de 2007 para la eternidad", según las palabras de su hijo cuando comunicó su muerte a los medios.
Considerado el mejor teclista del mundo, Zawinul revolucionó el jazz con In a silent way, un disco fundamental y albergue de la trompeta trascendente del gran Miles Davis, pero cuya música fue escrita por Zawinul.
Quizás en el mas allá Joe Zawinul se reúna con Jaco Pastorius a improvisar en una impresionante jam session, junto también a Miles Davis, Michael Brecker y Tony Williams, aunque no soy quien como para poder determinar las posibilidades musicales creativas existentes tras la muerte, creo que ese encuentro es posible.
Según dijo en enero de este año el propio maestro Joe Zawinul, en una de sus útimas entrevistas concedidas, pese a su partida queda la tranquilidad que aún habrá música suya para rato.
Por ello, a continuación reproduzco sus propias palabras que revelan su plan después de la muerte producto del cáncer.

"Tengo tanta música nueva ya compuesta que me llevaría unos diez años de trabajo ininterrumpido el tener que grabarla. Son aproximadamente unas cuatro mil piezas. Así que ya no me preocupa tanto crear nuevas cosas. Tengo un gran plan. Y es el siguiente: yo no voy a estar aquí para siempre, tengo 74 años y una vez que me vaya no volveré. Todas mis canciones compuestas y aún no grabadas tienen un copyright del que se beneficiarán mis descendientes. Cada año, después de mi muerte, cada año, saldrá un nuevo disco con mi música. Cada año algo nuevo mío, durante muchos, muchos años. Ese es mi plan".

Sin embargo a modo de una entrevista con el más allá, te pregunto Joe ¿para qué tanto plan, si estás presente eternamente en la sonoridad de Birland, que es la melodía preferidad de mi hijo Sebastián de sólo 7 años, en mis vinilos de tu Weather Report, en los notebook de varios amigos inteligentes y también en millones de Ipod. Sin embargo en estas palabras me diste la respuesta y el consuelo, aseguraste el futuro de tu familia y de paso nos dejaste una herencia musical para todos los amantes de tu música. Gracias y larga vida al jazz.